jueves, 23 de abril de 2015

Hora fatal

Existe una hora de la tarde – esa misma, la borgeana – en que el alma parece quedarse empantanada. Esa es la hora en la que hay que salir a la calle. Caminar, tomarse un bondi, agarrar la bicicleta, nadar. Moverse. Ir cayendo con la tarde, ir encendiéndose con las primeras luces lejanas. Tomar la autopista, no volver a casa. Alejarse con el sol, acompañarlo en su vuelta sideral. Perseguirlo hasta el final…
Sólo parar al caer la noche: ponernos su capa y buscar - exhaustos, satisfechos - el calor de nuestra cama.