sábado, 22 de octubre de 2016

Flores en la arena

No esperar nada. Realmente no esperar nada. Buscarle la vuelta para que no importe lo que está, lo que no, lo que promete y no viene. Y es dulce que ya no importe.
Me pone la columna vertebral como una columna de hierro forjado al rojo vivo.
A fuerza de doblarme contra el viento, de manotazos, de cerrar los ojos a la ventisca y al sol del mediodía, me levanto y camino hacia delante. Precipicio, mar, huella. Lo mismo da.
Veo mis manos y las amo.
Siento el aroma de mis axilas recién lavadas y perfumadas.
Aquí dentro está la tibieza, los pensamientos amargos y dulces, mis canciones dormidas.
No esperar nada. Que todo huya, que todo nazca, como flores en la arena.