viernes, 15 de abril de 2011

Balbuceo

No puedo tejerte palabras como una bufanda, porque las palabras sólo sé pronunciarlas, y en mi boca nunca suenan como un arrullo, sino como una pedrada. Y en el sueño, en el caos, te protegí, te rodeé con mis palabras y con mis brazos, te arrullé como a un niñito. Imposible recuperar lo que dije, sin tener la intuición de una madre que consuela sin palabras, con un balbuceo simple y acogedor.
Pero no puedo ser tu mamá, porque el destino determinó que yo sea tu hija, y que medie entre nosotros la incomunicación.
Sin embargo hoy, mientras leía y tomaba un mate en la cocina, pasaste a mi lado y me acariciaste la cabeza con palabras tiernas. Tampoco entonces tuve palabras para esa dicha.

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