lunes, 19 de marzo de 2012

Mundo que no conozco

¿Qué habrá en esos mundos a los que no entro? Me echan como un perro a escobazos, y no me queda más remedio que permanecer, la nariz pegada al vidrio, en el umbral.
Mirando.
Y son demasiados mundos los que me cierran su puerta. Son demasiados umbrales en los que tengo que hacer guardia. Mañanas y noches. Necesitaría ser miles para saber algo, de alguien, alguna vez.
A veces, veo una sombra. La veo pasar, como un ruido apagado que apenas se percibe. Y entonces empiezo a sentir que sé algo, cierto y fuerte. Más fuerte aún que si hubiesen abierto la puerta y hubiera mirado; sé que tras cada puerta no hay nadie, que todas las casas son oscuras y silenciosas, que lo único que vale la pena buscar es la luz tornasolada de las claraboyas.

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