lunes, 16 de abril de 2012

Inundaciones

Que el mar turquesa caiga desde el horizonte y avasalle el fondo de tu casa no me da buena espina. Y si supiera nadar me iría alejando a lentas pero firmes brazadas de un lugar que puede ser mi sepultura, antes de que el agua se enturbie y me tome desde abajo los tobillos y me hunda sin que ni siquiera estés ahí para darme la mano.
Que un lago tranquilo donde pudiera haber cisnes y árboles inclinados besando las orillas comience a subir es extraño. Los lagos no tienen fuerzas que los impulsen a cambiar, más que las vicisitudes de la lluvia. Y si empezara a perseguirme, como el río que persiguió a Aquiles, y si buscara un refugio extraño, oscuro y alto, como una torre segura pero alejada, empezaría a temer.
Quizás sea hora de empezar a construirme una barca, de llevar mis remos al hombro, de otear cada día el cielo y el horizonte, de prepararme tranquila y prevenir la inundación.
Existe en mitad del tiempo la posibilidad de una isla.
Existe también la otra mitad del tiempo.

1 comentario:

  1. Amé! Xanto no hubiese quedado tan bien, como quedó acá. Las orillas besadas, me encantan

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