sábado, 1 de abril de 2017

Arroyo Garabí

Hay lugares en que el alma se trasnforma en cositas tan simples. Una mariposa, una piedra blanca, el murmullo de insectos invisibles.
Se sumerge en las aguas frías de un arroyo que corre entre árboles selváticos y misterios de fantasmas.

En el Garabí solté alguna vez mis penas de amor y sonreí. El agua corría y empujaba mi cuerpo hacia delante, invitándome a correr con él, a cantar en las alas de las libélulas y descansar en las planicies llenas de piedritas.

Las orillas de barro abrazaban mis talones. Me recordaban que hay un pasaje, blando, inestable entre mi mundo duro y opaco y este mundo de sonidos pequeños y gorgoteos.

Cuando me siento muy triste, cuando se acaban los consuelos, cierro los ojos y evoco tus aguas, evoco la fuerza con que te llevás mis penas como te llevás las ramitas de los árboles que te lindan.

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