La luna
llena me entró por los ojos y me habitó. La noche azul en su amplitud me llenó
la boca de palabras, y las venas de calor, de calor mío y no tuyo.
Y no
importó saber que esa noche no daría un paso más en el camino simple en el que
caminábamos. Porque mis pies ya iban adelante, porque tu corazón ya se había
rezagado en otra noche.
Los
versos que escribí hace poco ya no verán la luz. En un cajón quedarán junto a
las demás cartas de desamor. Me quedarán algunas sutilezas,
tu silencio que siempre habló más de lo que suponías.
tu silencio que siempre habló más de lo que suponías.
Y la
picardía, que se nos perdió en un ademán cotidiano.
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