viernes, 5 de enero de 2018

Cirugía de húmero

Me hice una paja pensando en mi traumatólogo.

Hace meses que no garcho. Este tipo manoseándome huesos, venas, nervios me calentó.
Si lo pensamos bien, nadie nunca me ha tocado tan íntimamente. Tan delicada y pacientemente.

El doctor T cumple con mis parámetros estéticos: es rubio, ojos claros, espontáneo, cordial.

Me perturba su presencia a nivel concha, pero me tranquiliza a  nivel “cirugía de húmero”. Debe ser eso lo que me gusta, es un hombre que me tranquiliza, que me da confianza. Eso no me pasa seguido con los hombres.

El doctor T sabe de su poder seductor. Lo usa conmigo. Me dice que soy linda (la primera vez que me vio hacía dos días que una turba de manifestantes me había pasado por encima), siempre alaba mis ojos y me da prescripciones medicas al oído. Me roza con su barba y yo me mojo toda.

Para mí que esos clavos que ahora tengo tienen conexiones directas con mi clítoris. O son dos clítoris que el doctor T acarició y dejó dulcemente erguidos en mi brazo izquierdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario