Aguzar el
oído para escuchar el canto de los pájaros nocturnos.
Rescatarlo del
fondo del aire oscuro lleno de otros sonidos.
Aferrarme desde
la punta de sus trinos lejanos, saberlos íntimos aún en la distancia.
Saber que
ellos y la luna, la blanca enorme luna, son mi grito de libertad y mi
estandarte.
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