El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Y los que leen lo que escribe
el dolor leído sienten,
no los dos dolores que él tuvo
sino el que ellos no tienen.
Y así en los raíles gira
divirtiendo a la razón
ese trencito de cuerda
que se llama corazón.
Fernando Pessoa (1930)
Bailando al ritmo del poeta...
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