jueves, 16 de mayo de 2013

Alto, lejos

Se subió a un árbol y no quiere bajar. Se aleja, me mira desde arriba, con esos ojos redondos y dilatados de los gatos por la noche. Está muy alto, las ramas empiezan a afinarse, a hacerse más frágiles. Es un bultito amarillo en la negrura surcada de ramas. Lo llamo, me mira, pero no baja.
Alguien tiene que traer una escalera, apoyarla en la inestabilidad del tronco y las ramas más gruesas.
Pero no hay caso. No se deja, no quiere bajar. Nos mira, sube y baja por la rama más gruesa.
Ya tenemos frío. No nos movemos, tiene que bajar.
Hasta que mamá se anima y sube por los últimos peldaños de la escalera. Lo agarra con una mano. Empieza a bajar. Yo tengo la escalera, nerviosa.
Por fin, lo baja y lo tomo de sus manos. Ni un ruido, ni una queja.
¿Por qué tan alto?
Le gusta irse por las ramas.

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