Yo te hablo a través del
silencio. En las grietas de tu pragmatismo, ahí donde el cinismo no se anima a
entrar. Yo hablo en los mínimos detalles que cruzan por tu mente, en la
fugacidad, en el vuelo. Eso que no pudiste atrapar, esa molestia que no sabés por
qué de golpe te puso de mal humor. Ahí estoy yo y ahí está tu culpa.
Las palabras que pudieras
decirme son tan inefables como el tiempo que se fue. Titilarán a veces, en la
noche, en la calma, parecerán mirarte desde algún lado.
Tus palabras y las mías formarán
un diálogo que sigue en alguna parte y ya no oiremos nunca más. Llenos de
crueldades y dulzuras, llenos de impaciencia, de indiferentes nimiedades.
Hiciste todo lo posible por
cerrar tus oídos y ser el único que hable.
Crees que funcionó… pero te
aturde el silencio.
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