Pasado pesado

Un absceso que se remueve bajo la epidermis. Late, empuja, tensa la piel. Los músculos fuerzan su quietud, su inestable silencio. Su reclusión obligada.
No durará. Lo sé.
Cúmulo de furia y sangre se nutre de mi energía y de mi odio.
Cuando quiero hablar, eructo obscenidades, cuando duermo, deformo el mundo en fantasmas abominables. Cuando despierto, camino, saludo, beso, todo por dentro me roe, me muerde, me pica la inminencia de un estallido.

La mierda

Llegar. Romper todo. Llorar mierda. Cagar lágrimas. Descuartizar. Darse contra la pared. Descascarar eso que parecían recuerdos. Dejar que supuren, su pus, su sangre, su mierda. Sucesivas tormentas irán limpiando. Será largo. Te irás muriendo.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... yo no sé!

Viene

Empiezo a oír mi voz.
Emerge de la podredumbre y la tristeza
Baja apenas, hilito de agua.
Insignificante aún entre las piedras blancas
Murmurando, anunciándose al cauce
Susurrándole la llegada
Del futuro torrente.

Homeless

Cuando voy a visitar a mis papás, deambulo desorientada por la casa. Evito sentir comodidad, me da culpa sentirme cómoda en el lugar que elegí abandonar, necesito inventarme una razón para irme.
Que la casa es muy fría, que hay que cocinar, que hay que preparar cosas para el otro día, que acá deambulo sin parar como un lobo que perdió su manada...

Hora fatal

Existe una hora de la tarde – esa misma, la borgeana – en que el alma parece quedarse empantanada. Esa es la hora en la que hay que salir a la calle. Caminar, tomarse un bondi, agarrar la bicicleta, nadar. Moverse. Ir cayendo con la tarde, ir encendiéndose con las primeras luces lejanas. Tomar la autopista, no volver a casa. Alejarse con el sol, acompañarlo en su vuelta sideral. Perseguirlo hasta el final…
Sólo parar al caer la noche: ponernos su capa y buscar - exhaustos, satisfechos - el calor de nuestra cama.

Praderas de viento

Si tengo que sacar los sentimientos más profundos de mi corazón, las sensaciones más explosivas de mi piel, no hay otra manera que no sea poniendo la mirada vacía, y volver los ojos a tus ojos, fijos en algún lugar, muy adentro mío.

Son praderas abiertas. Llenas agua de lluvia, llenas de viento. Solitarias praderas.

El viento te despeina. No hay quien pueda domar tu cabello. Ni tus manos frías tomar sin tambalear, sin resbalar. Tu piel es un río congelado. Presto a quebrar a quien lo recorra.

Estás habitándome y sos un espacio lleno de viento. Un enorme espacio vacío. 

Falsa alarma

¿Y quién podía creer que yo podía gustarle?

Nadie me quiso con más fuerza y persistencia que mi propia soledad.

El indescifrable

Sos la clase de hombre que hunde y salva al mismo tiempo

Sin un por qué.

Que ultraja para demostrar afecto

Que insiste y se esconde

Que se queda parado

En medio del desierto esperando

El paso del cadáver de un amigo.

La bella durmiente

Está a la vuelta de la esquina

Es la mirada de todos los que te besaron

Y desaparecieron

Dejándote la mirada prendida de las pestañas

Colgada y en suspenso.

Es el amor que ni siquiera llegó a insinuárseles

Que se les derritió en las manos

Y que a vos se te endureció en el pecho.

Está esperando el momento justo

Detrás de la puerta

O por debajo

Se filtra como la lluvia en las paredes resecas

Te moja las medias y todo se vuelve inconsistente

Molesto.

Es la soledad

Que dormita tranquila, en cualquier rincón de la ciudad,

Siempre cerca tuyo. 

La verdad

Tuve que llegar a la verdad por el camino de los silencios

Sentada en un recodo del camino

Viendo tu sombra en la pared

Moverse y bailar

Hacerse grande y pequeña

Dándome temor y alegría.

Tuve que llegar al fondo de las mentiras

Donde me esperaban las piedras

Duras, blancas, limpias

De la verdad.

Como en el fondo de un arroyo

Se mueven, van y vienen

Apenas las piso y ya no están.

Hasta las rodillas me llega el fango de las mentiras

aquellas que me dije a mí misma

Del fondo llega la verdad

Pequeñita, hiriente.

Esprit de l’escalier

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.

El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.

Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.

Chuck Palahniuk, Tripas (fragmento)

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/2350-358-2005-07-03.html

Hable con ella

Esa necesidad de llorar por todo y por nada a la vez

Desbordándome toda

Volviéndome un puro fluido

Derramando todos mis sueños

Mi ser siempre inconcluso

Volverme ese charco que no ves en la vereda

Y te moja la manga de tu traje limpio.

Romper ese dique nunca fue posible

Del otro lado está la locura.

Siento que no hay elección

La tristeza o la locura

Nunca la felicidad.

Dolce far niente.

Miedo

No podría encontrar mejores palabras para describir cómo me siento:

"...al comienzo, como todas, morí de pavor. Llegar a la flor de la edad, tener ahorros, tener tiempo….pero no tener compañía. Y sentirme culpable. Y sufrir los miedos de mis padres. Y las caras extrañas de mis amigos. Y las pesadillas de la soledad a la distancia. Y los fantasmas de los raptos, violaciones y las peores noticias de TV. Y lloré."

Extraído de http://losviajesdenena.com/2014/02/mujer-que-viaja-sola/