domingo, 13 de noviembre de 2016

M.H.

Cuando avancé para darle el libro sentí que me fallaban las piernas.
Me saluda “bonjour”. Bonjour. Y le doy La posibilidad de una isla.
Intento decirle en francés lo mucho que lo admiro, creo que se lo dije en húngaro.
Temblaba y quería expresarle mil cosas en esos 30 segundos.
Me dice algo. Me quedo embelesada con el tono de voz y no entiendo lo que dice. Lo repite.
“Patricia”, le digo.
Comienza a escribir la dedicatoria en la primera página.
Me entrega el libro con una media sonrisa, y creo que mi rostro sonreía entero.

“Merci beaucoup”

En el apretón de manos y el agradecimiento, el idioma por fin se hizo fuerte y real.

Sí. Ahora sé que los sueños se cumplen.


13/11/16

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