Cuando
avancé para darle el libro sentí que me fallaban las piernas.
Me
saluda “bonjour”. Bonjour. Y le doy La posibilidad de una isla.
Intento
decirle en francés lo mucho que lo admiro, creo que se lo dije en húngaro.
Temblaba
y quería expresarle mil cosas en esos 30 segundos.
Me dice
algo. Me quedo embelesada con el tono de voz y no entiendo lo que dice. Lo
repite.
“Patricia”,
le digo.
Comienza
a escribir la dedicatoria en la primera página.
Me
entrega el libro con una media sonrisa, y creo que mi rostro sonreía entero.
“Merci
beaucoup”
En el
apretón de manos y el agradecimiento, el idioma por fin se hizo fuerte y real.
Sí. Ahora sé que los sueños se cumplen.
Sí. Ahora sé que los sueños se cumplen.
13/11/16
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