Ya
olvidé lo que iba a escribir.
Era
acerca de mis fracasos, de mi llegar tarde a todos lados.
De mi
desesperación, de mi cuerpo, de mis explosiones.
Iba a
escribir sobre mi misma. Sobre mis kilos de más que bajan puntos en mi
autoestima. Sobre todas las exigencias que pongo sobre mí misma.
Sobre
mi pretensión de ser genial y ocurrente junto a la pretensión de no pretender
nada en absoluto. De mostrarme sin ínfulas, sin máscaras, sin aspirar a llamar
la atención de nadie, y sin embargo, queriendo llamar la atención de algunos.
Iba a
escribir sobre las redes sociales, sobre las personas que ya no están en mi
vida, pero conservo como una cortesía, o una dilatación de la terminante
ausencia. De las compañías virtuales que me dan cierto consuelo, de alguna charla
amable, una palabra amiga que emociona, pero no llega a encarnarse, a ser
cierta, a colmar los intersticios blancos entre mis dedos.
Iba a
escribir sobre el verano, la primavera, las flores que explotan, mi cuerpo que
carbura y quisiera explotar con otro cuerpo en una danza de deseo y ternura.
Sobre
lo que se va, lo que se dispara y se pierde en el horizonte, sobre las
compensaciones, las retribuciones que promete La bioguía.
Escribo
que mi cabeza es una burbuja que contiene más burbujas. Todo parece querer
desaparecer con un roce del aire. Cada pensamiento surge, se diluye y deja una
resaca que vuelve y vuelve a las orillas del insomnio.
La tele
está encendida y ya no aplasta. Ni el vino, ni la siesta.
Y sin embargo escribiste sobre más que todo eso. Ya sabés, te acompaño en muchos de esos sentimientos (no en todos obviamente, porque somos dos vecinas parecidas en lo importante pero también algo diferentes).
ResponderEliminarNo sé, a mí me gustó cómo escribiste lo que escribiste si sirve de algo.
Gracias! Tu paso por mis letritas son siempre bienvenidas.
ResponderEliminar