viernes, 28 de septiembre de 2012

Los hombres de mi pasado se casaron y tienen hijos


Eso lo voy descubriendo gracias a Facebook, esa nueva encrucijada social que actúa en contra del olvido, del pasado, de la renovación, de la evolución de una vida.
“Estoy modificando mi perfil para que él lo vea”- escuché decir el otro día. No importa cuánto tiempo haya pasado desde la última vez que nos vimos, el facebook borra el tiempo, la distancia, y está ella, él, ellos, falsamente rozagantes, con hijos, casas, perros, fotos y una sarta de cosas que, como ficha técnica, intenta decirnos qué son, en qué los convirtió el tiempo, cómo se las arreglaron sin nosotros, cómo todavía intentan seguir  sonriendo.
Sucede que las personas que queremos ver realmente, que extrañamos, no tienen Facebook, no son localizables más que en la propia memoria. Petrificados, jóvenes, sonrientes, congelados en el tiempo del recuerdo. Íntimos, frágiles.
Qué cosa linda encontrarse en la calle con alguien que extrañamos y hace mucho no vemos. Qué lindo que Google nunca sepa de ellos.

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