martes, 26 de febrero de 2013

Un globo rojo


¿Qué tendrá el segundo día de clases de primer grado?
O mejor dicho, ¿qué tipo de ilusión tiene uno al ingresar por primera vez al mundo escolar? Qué encanto tiene ese debut en el primer grado de la primaria que hace que podamos permanecer sentados, asustados, esperando, viendo y sólo al segundo día explotar en un llanto descontrolado y desconsolado.
Eso me pasó a mí. Lloré en mi segundo día de clases, y eso también le pasó a mi ahijado.
Recuerdo que el primer día dibujé un globo rojo. Lo recuerdo como si fuera ayer. Un redondel y una línea que salía por debajo, nada más. Eso era un globo y ese era el gran dibujo que tenía para presentarle a mi señorita Ana.
Pero el segundo día, recuerdo sólo que me quedé en el patio, viendo el irse de mi mamá a casa después de un beso que para mí fue como un chirlo, porque me dejaba, me estaba abandonando mientras ella se iba a casa, a lavar la ropa, a limpiar y a hacer las compras… y no me llevaba con ella. Y me largué a llorar. Y me parecía que era la persona más desgraciada del mundo, abandonada a mi suerte a dos cuadras de casa.
Puedo entender el llanto de mi sobrino. Siento que me vuelven a dejar en ese patio entre maestras feas y compañeros gritones. Le voy a preguntar si en su primer día de clases él también dibujó un globito.

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