martes, 22 de abril de 2014

No pegó

La idea empezó a florecer de a poco. Muchos “oh, ¿de enserio? ¿nunca?”, “no te puedo creer, y eso que fuiste a Puan”, la fueron regando y haciendo crecer.
Primero fue un rechazo, por miedo, por no querer hacer el ridículo –justo hoy, justo acá. Hasta el día en que la idea no tuvo más fin que llevarse a cabo.
Después de los generosos fideos a la boloñesa, después del vino, el cuartito iniciador, el círculo de la paz y la amistad.
Despacio, la vi hacer lo suyo. Me emocionaba que hablaran con tanto amor de su planta, la hermana emocionada diciendo “yo te la regué mientras no estabas”, la bronca de que se llevaran unos plantines apenas con hojas. Mientras, miraba de reojo cómo iba tomando forma mi primer porrito.
Por fin lo prendieron y empezó a circular, dos pitadas, exclamaciones. Faltaba poco, iba llegando a mí: la inexperta, la persona para la cual ese día, esa habitación, tenía un significado iniciático, era un punto ya en la memoria, un recuerdo en gestación.
Lo tomé. Su cuerpo blando y cálido. Un beso. Y nada. Otro beso. Y nada.
“Es que no sabés fumar, hace esto, mirá”.
 Y nada.
Segunda vuelta. A algunos las flores ya se le habían subido a la cabeza. Se reían, o estaban, sencillamente, recostados, plácidos.
Estaba mareada por efecto del vino, pero claramente, el porro no había hecho ningún efecto sobre mis sentidos.
Toda la noche viendo su cara de fumado, sus gestos lentos, su recuento de sensaciones. Pedaleando en su doble dimensión mientras yo iba detrás, en una sola. Qué frustración.
Con el segundo tampoco pasó nada.
“No te preocupes, nunca resulta la primera vez”, me consolaron todos.
Y bue… Tendré que ponerme a practicar fumando Virginia Slims…

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