La mayoría de la gente no sabe
nada de uno, ni se interesa por conocernos. Sin embargo, hay quienes aun sin conocernos, rescatan, como camalotes de un estanque, cosas buenas, y quienes sólo remueven el barro interior, empañan nuestras pocas cosas claras, lo
dejan todo revuelto, quizás, para ver en comparación su propia vida como algo
positivo, hasta imitable.
Todos piensan que su deseo es el
deseo de todos. Sólo algunos aceptan – aunque no comprendan – que los demás
tienen otros deseos, que son distintos: hay personas tentaculares, y personas bicho bolita, que no tienen imanes que atraen al
mundo, sino que el mundo los pincha.
Yo deseo al mundo y el mundo me
pincha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario