jueves, 5 de enero de 2017

Esa flecha que no te atravesó

Reza la zamba de Daniel Toro: “no sé para qué volviste, si ya te empezaba a olvidar…”
La verdad, es que nunca comenzó ese proceso de “empezar a olvidar”. Sepulté, reprimí y alenté diversos sentimientos, que lejos de ayudarme a hacer el duelo de nuestra separación, te mantuvieron siempre presente.

Como la novela de Kawabata, sos lo bello y lo triste en mi vida. Infinitamente bello, infinitamente triste. Trastocás mis días de una manera especial. Nunca pasan desapercibidas tus palabras. Qué decir de tu cuerpo, qué decir de la forma en que te quedás impregnado en mi piel. No hay nada que pueda decirte que ya no lo sepas.

Aunque… A veces pienso que como Jon Snow, no sabés nada.


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