Reza la
zamba de Daniel Toro: “no sé para qué volviste, si ya te empezaba a olvidar…”
La
verdad, es que nunca comenzó ese proceso de “empezar a olvidar”. Sepulté,
reprimí y alenté diversos sentimientos, que lejos de ayudarme a hacer el duelo
de nuestra separación, te mantuvieron siempre presente.
Como la
novela de Kawabata, sos lo bello y lo triste en mi vida. Infinitamente bello,
infinitamente triste. Trastocás mis días de una manera especial. Nunca pasan
desapercibidas tus palabras. Qué decir de tu cuerpo, qué decir de la forma en
que te quedás impregnado en mi piel. No hay nada que pueda decirte que ya no lo
sepas.
Aunque…
A veces pienso que como Jon Snow, no sabés nada.
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