sábado, 31 de julio de 2010

Mosquita

Alguna vez fuiste una mosquita de verano, rondabas, rondabas, a mi alrededor, buscabas el espacio para posarte en mi nariz, para quedarte un ratito, aletearme tras la oreja, zumbarme, entrelazar tu vuelo en mis dedos.
Y yo te espantaba, te alejaba en un antipático y certero gesto con la palma de mi mano, movía la cabeza, te hacía volar, sólo un poquito, porque siempre volvías a sobrevolar razante, cerca de mí.
Hasta que un día, empecé a observarte, dejé que lentamente te poses, en mi brazo, en los nudillos de las manos, otra vez cerca de mi oreja, en mi mejilla, hasta que cerca de mi nariz me hiciste cosquillas, me reí convulsivamente, y te tragué.

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