jueves, 28 de julio de 2011

Tac qui car dia

Línea. Corta. Sube, baja.
Odio, que suba que baje
Blanco de sábana.
Calor lejos.
Aquí, calor, de fuego frío.
De paso de borde de cierre.
De negro de sueño de ojos
De veo y no quiero.
No más, no más. No más.

sábado, 23 de julio de 2011

Siempre le tuve miedo al viento

Siempre le tuve miedo al viento. Y ella es como el viento. Abre la puerta de casa, sin aviso, irrumpe, me tira los adornos de la repisa (no me importa, los levanto), pero me apaga la llamita, la pequeña llamita que coronaba la vela, y que me salvaba de la penumbra.
Con esa llamita yo iba y venía. Iba al patio, le daba de comer al perro. Me hacía el desayuno (cuidaba bien de no poner sal al café o azúcar a la sopa). Me peinaba, me hacía mis dos trenzas con lazos del mismo color. Gracias a esa llamita podía quedarme leyendo hasta altas horas de la noche. En mi habitación simple había sombras, claroscuros, podía ver el sutil movimiento de los insectos (y evitar enredarme en una telita de araña, o mataba impiadosa un mosquito). Esa llamita hasta hacía que mis sueños fueran cálidos, tranquilos. A la mañana, la llamita y el sol por un instante se hermanaban. Yo abría los ojos y me llenaba el espacio de los objetos conocidos y queridos.
Pero ella es como el viento, y apagó mi llamita cuando pasó por aquí, ululando, despótica. Me despeinó las trenzas (no importa, las vuelvo a armar), pero apagó mi llamita, la pequeña llamita que me salvaba de vivir a tientas, perdida en mi propia casa.
¿Dónde dejé mi abrigo? ¿Dónde está el grabador? ¿Cómo leo mis cartas?.
Siempre le tuve tanto miedo al viento…

lunes, 18 de julio de 2011

(anotaciones para un cuento fallido)

Si no estuviera mi nariz de por medio, diría que tengo los ojos pegados a los apuntes. Siento los músculos del cuello contraerse, me siento una tortuga que se niega a meterse en su caparazón. Mi estado de desidia es catastrófico. Tengo el pelo revuelto, ropa vieja, estirada, gastada. Parezco una extensión de la mesa de madera, hoy el mundo me pasa lejos. Las uñas recién pintadas es el único signo de que aún pertenezco al tiempo.

- ¿Qué hacés ahí sentado enfrente mío?
- Vine a distraerte. Te miro las uñas.
- Ahí tenés un libro, para cuando te canses de mirarme. Al final, creo que no me sirvió demasiado.
- ¿Pero te gustó?
- Ah, sí, eso sí. Y además queda muy bien en mi biblioteca.
- ¿Me lo puedo llevar?
- ¡Por supuesto que no!
- ¿Por qué?
- ¿Cómo apareciste de golpe ahí sentado? No le pienso prestar un libro a un fantasma!

Parece que se ofendió…

Flan con dulce de leche y se van todos a la puta que lo parió!

viernes, 15 de julio de 2011

Blanca palidez

No me puede embargar el pecho, y sin embargo…
Una mano me presiona el cuello, siento las venas latir enfurecidas, tratando de desasirse de esa forma de encierro.
Siento que mañana, cuando me mire al espejo, voy a ver unas franjas amoratadas subiéndome hacia el mentón. Le sacaré el maquillaje a mamá y disimularé como pueda las marcas.
Andáte, voláte, no olvides tu campera.
O tu capa: esto es vampirismo puro.

miércoles, 13 de julio de 2011

Para reclamos, presione...

¿Alguna vez pensaste qué pasaría si recibieras una carta de vos misma?
¿Un mail? ¿Un llamado en que reconocieras tu propia voz tras el auricular?
¿Si te dijera ofensas? ¿O cosas que creíste nunca nadie te podría decir? ¿O cosas hermosas? ¿Cosas que nunca nadie te va a decir?
¿Y si ese mensaje o carta ya está en viaje? ¿Y si te persigue por todos tus itinerarios diarios? ¿A través del tren? ¿Del largo camino a casa? ¿Y si nunca termina de dar con vos? ¿A qué correo o compañía telefónica reclamarle las palabras que nunca recibiste?

lunes, 11 de julio de 2011

En una tarde calurosa de principios de enero me encontré por primera vez con el hombre ilustrado...

“Todo está aquí, en mi piel; no hay más que mirar. Pero sobre todo, hay cierto lugar de mi espalda... -El hombre ilustrado se volvió-. ¿Ve? Sobre mi omóplato derecho no hay ningún dibujo. Sólo una mancha de color. (...)Cuando he estado con alguien un rato, ese omóplato se cubre de sombras, y se convierte en un dibujo. Si estoy con una mujer, al cabo de una hora su rostro aparece ahí, en mi espalda, y ella ve toda su vida...”
                                                                                                                                                                                          Ray Bradbury


Tatuado de vos mismo, estás –
Hombre-mapa. Hombre cartografía.
Mis dedos recorriéndote
Piel suave, piel rugosa.
Te quedaste, hombre-piel.
Línea que mi mano sigue,
dibujado, hombre ilustrado
hombre historia de verano que
se duerme en julio.
Suspiro como si te amara,
Viernes 22:30 y suspiro.
Hombre-distancia, hombre-presencia.
Hundido en otras aguas, pescador…
barquero,
que lleva y trae sonrisas y silencios,
nombres de aquí para allá.
Hombre-signo. Hombre-sed. Hombre-nombre.
Tatuado de vos mismo…
Hombre-dibujante:
dibujame un puente.

miércoles, 6 de julio de 2011

Azahares

Este blog nació un día, en que ya no pude guardarme a mí misma y me volqué, como el agua de un vaso rebalsado. Tipeando gota a gota. Nunca indagué demasiado el porqué de su nombre, por qué se llama “masblandaquelagua”, así, con esa contracción, con ese afán de unidad, formando una palabra sola, nueva. Será que intentaba definirme, y me descubrí, ese día, como un naranjo en flor, y así, garabateé ese título, que ya es mío, que ya es esto.

Agua… agua es un elemento tan simple y tan todo. Lo es todo. Blog acuático mi blog.
Nada es casual.

Dice Ismael, el personaje de Moby Dick, que nuestro destino es una extraña mezcla de azar, predeterminación y voluntad. Lo blanco de la ballena, lo que nos pierde, lo que nos hunde. Cada uno elige en qué devenir. Yo devengo más blanda que el agua…


viernes, 1 de julio de 2011

Capítulo LXXIV

¿Así es cuando se termina?
Sólo “fin” y nada más…?
Un epílogo, un “tiempo después”, un reloaded…
Un refrito?
Dicen que segundas partes no son buenas
Volver sobre lo hecho, ¿vale la pena?
Tanta locura, tantos golpes, sangre, batallas,
… qué cansancio…
Pero el viaje termina.
¿Qué importa el principio?
¿Qué tanto más importa el fin?
Hemos viajado.
Y no hemos vuelto iguales.
Vale.