Hace frío, pero me levanté
temprano.
Anoche dormí mucho, pero con
cierto sobresalto. Tuve sueños donde me perseguía una duda y una culpa. Donde
huía, pero a la vez buscaba.
Hace tiempo que busco en algo
así como un archivo de mí misma, pedazos de mí, recuerdos de antiguos
proyectos, un sentido más allá del día a día.
Y sueño, me armo un escenario
mientras duermo y dramatizo mi falta de voluntad, mis indecisiones, todo lo que
en la vigilia evito pensar.
Algo en mí pende de un hilo. Es
tan frágil que parece no tener peso, no ser nada. Es como yo, algo pequeño y
risueño, que se resiste a desaparecer.
Porque siento, cada vez más, que
me voy desdibujando, que no toco las cosas, ni los seres, que no dejo huellas,
que no piso, no ocupo, no molesto.
Cómo si en el fondo siempre
estuviera soñando.
Quizás el frío me dé una
sensación de algo, quizás necesitaba salir huyendo de la cama y aferrar eso que
se me está yendo del cuerpo. Porque estoy segura de que algo viene o se va con los
primeros fríos.